dimarts, 30 d’octubre del 2018

Aún faltan unos meses, y ya me entristece pensar ese momento en que cruzaré la puerta por última vez buscando tu sonrisa, deducir sin cruzar palabra, como te ha ido el día. Esa amistad que hemos construido de minutos robados al tiempo, es difícil creer que al final se pueda llegar a conocer a alguien así, tan interrumpido todo siempre, con palabras que no encuentran la calma para expresarse, con sonrisas regaladas al aire a falta de tiempo para compartir, es curioso como funciona todo, como somos capaces de encontrar esa brecha por la que colarnos y conseguir robar ese trocito de tiempo para hacerlo nuestro. Siempre creí en el feeling que da la primera mirada, ese primer vistazo rápido, esa primera sensación y esos primeros momentos en los que te haces una imagen mental, y imaginas el como será, por lo que transmites sin darte cuenta, ese aura que rodea a las personas, que nos habla sin palabras, eso que nos perdemos por no pararnos a mirar y a observar, pero que si te fijas, dice mucho mas, de lo puedes decir con palabras, la primera vez que hablas con alguien, esa sensación que te llevas en el bolsillo de sentir si quieres sentar-te otra vez o ya has tenido bastante y sales huyendo... yo recuerdo que entré con miedo a conocerte, con miedo de saber si era eso lo que realmente quería, si esa apuesta que estaba haciendo, era realmente la que quería hacer, tenía dudas, y me encontraba un poco perdida, mi intuición decía adelante, pero la seguridad de lo conocido me frenaba a pensar si valía la pena el cambio. Un año demasiado removido, demasiadas cosas por asimilar llevaba encima, agotada de luchar contra todo, agotada de esas noches en una silla que se hacían eternas, y me di contigo, de esas personas que aparecen de la nada, que nunca te hubieses cruzado, de no ir a parar ahí, y ya en ese instante encontré la respuesta que andaba buscando, había encontrado el sitio, y ahí, quería estar, tajante y a la vez dulce, esa paciencia infinita, en un primer año de salir corriendo, difícil, donde llorar, era lo más normal del día, donde tus brazos eran el único refugio seguro, donde era para agotarse y en lugar de eso, sacabas la fuerza necesaria para tirar, un año en que la hora de comer fue un suplicio constante, y aún así, insistías, sin tener tiempo casi para ello, supliendo con esfuerzo, las carencias del tiempo de todos, intentando llegar a todo, y que nos fuéramos contentos a casa. Seguramente alguna vez hemos pasado por alto esa profesionalidad que te caracteriza escondida en ese talento que no agradecemos lo suficiente, la entrega constante en hacer algo original y divertido que los haga sonreír, pero no hemos pasado por alto quejarnos de algo, cuando ha sido el momento, al fin y al cabo la gente somos así de agradecidos, creemos que lo merecemos todo, pero no nos exigimos lo mismo que exigimos a los demás, en eso, todos tenemos algo en que disculparnos. Ha sido bonito conocerte, y que la vida, me haya demostrado que aquel día que entre con tanto miedo, y tan poca seguridad se haya convertido en una de las mejores decisiones que he tomado, me he sentido feliz de conocer a alguien que lo da todo, que intenta hacer lo mejor posible, que ayuda a los demás, que siempre está ahí cuando se le necesita, que se puede confiar y hablar sin problema, que siempre da la cara, haya pasado lo que haya pasado, me gusta ese tipo de persona que cuando te tiene que decir algo lo dice, y no se anda por las ramas, y que no hace distinciones, que yo buscaba poder irme tranquila cada mañana dejando atrás lo mejor de mi, y no solo me llevo eso, me llevo mas de lo que hubiese imaginado, el placer de haberme cruzado, con alguien como tú.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada