dissabte, 10 de novembre del 2018

Me he arriesgado y equivocado lo suficiente como para saber que de cualquier tatuaje me puedo arrepentir, al fin y al cabo, al final, el tiempo, te va tatuando lentamente con esa tinta invisible que cada vez pesa más. Llevamos esas noches de locura escritas en lo más hondo, y esos errores que nos partieron en dos y durante un tiempo pesaban tanto que no nos dejaban caminar, sintiendo esa carga encima que nos hacía agachar la cabeza, hasta que al final le pegabas una patada y te levantabas y a andar... era todo efímero, como el tiempo que creíamos dominar, a caballo del viento las batallas no se perdían, pero te dejaban marcas invisibles, imposibles de borrar, entre sonrisas y humo se nos iban los días, esa copa que espera paciente en la barra que la vayas a recuperar, ese momento de cerrar los ojos y dejarse llevar, ese trago que sabe amargo pero que lo sabes disimular, chuches de colores en el gintonic, esa infancia que nunca se deja atrás, que los amigos que crecen sonriendo contigo, crean un vínculo especial, que cuando miras a alguien a los ojos, o lo desafías, o sabes que puedes confiar...

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